[En abril, miembros de la junta directiva y fundadores de Iglesias Hermanas viajaron a América Central para una delegación con el propósito de celebrar el 25 Aniversario de la organización. Estamos publicando las reflexiones que escribieron los delegados sobre su experiencia. Esta reflexión es del presidente de la junta directiva de los EEUU, Greg Huang-Dale, quien era miembro de la Primera Iglesia Metodista Unida de Decorah, Iowa. Se pueden leer otras reflexiones de la delegación del 25 aniversario en nuestro blog.]
Tal como describe Vicki Schmidt, Iglesias Hermanas es un espacio donde Dios interviene en nuestra vida creando momentos de revelación o de kairos. Esta delegación tuvo momentos kairos en abundancia. Dios intervino con tanta frecuencia que comenzamos a esperar lo inesperado. Y mi revelación fue que los momentos kairos suceden cada vez que permitimos que Dios guíe. Pero estos momentos no son sólo las conexiones a Dios, sino que también son la base de la solidaridad, dejándonos estar guiados uno al otro en el Espíritu de Dios.
Carlos, el presidente de la Directiva de Guarjila, estaba parado mientras aparecían sombras de luz en el patio del Museo Padre Jon Cortina. Nos quedamos mirando a través de la oscuridad mientras Carlos me dijo en inglés muy fluido cómo él ha puesto su carrera y sus planes de familia en espera para ser parte de la junta directiva de la comunidad. Su junta directiva provee supervisión para los servicios de la comunidad, como la clínica, la escuela y el taller de carpintería en Guarjila, El Salvador. Los lugares son propiedad de la comunidad y ofrecen puestos de trabajo para los miembros de la comunidad y servicios para las personas necesitadas. Estas instalaciones también generan fondos para la comunidad, dinero que se invierte directamente en la comunidad para resolver los retos de la educación, el desempleo y la violencia. Entonces Carlos se volteó hacia mí y dijo: “Estoy muy cansado y no duermo lo suficiente.” A los 21 años de edad, Carlos tiene una carga pesada en sus hombros. Me dijo que su mayor preocupación es acerca de los derechos sobre la tierra. Cuando el pueblo de Guarjila regresó de los campos de refugiados en Mesa Grande, Honduras, no tenía título oficial para la propiedad que ocupaba. Dividieron la tierra entre ellos mismos, pero ahora, 30 años después, algunas personas se han presentado con derechos legales a la tierra y la documentación. Estas declaraciones tienen más años que Carlos y él se siente abrumado por la tarea de resolver un problema que existía antes de su nacimiento.
Nico, apodo de Nicolás, fue líder de la banda juvenil esa noche. Era más bajo que la mayoría de los niños a su alrededor, pero su energía era contagiosa. Detrás de un pequeño charango, la voz y el ritmo de Nico mantuvieron a la banda animada. Durante un breve descanso en la música, él levantó la mirada y sonrió a nosotros, “Carlos, hable más inglés. ¡Su inglés es bueno!” Carlos le devolvió la sonrisa,” Nico fue mi profesor del inglés,” dijo, “Quiere que practique.” Dios interrumpió en un momento y brilló una luz en nuestros caminos comunes. Allí estaba yo, un humilde profesor de inglés con un amor por la música, escuchando a un joven con un corazón para la justicia quién me dice que la lucha debe continuar, a pesar de nuestro cansancio. Estaba en lo cierto. La alegría de la canción juvenil se levantó de la banda de chicos y bailamos en un círculo en la oscuridad. No es sólo la lucha de Carlos, ni tampoco exclusivamente de Guarjila. Es la nuestra, juntos. Dios nos está guiando juntos en la búsqueda de un bien común.
Después de un sábado lleno de ideas, historias, visiones y celebraciones, el domingo llegó. Había llegado el momento de agradecer a Dios por nuestras vidas compartidas, uniéndonos en la adoración y la alabanza. Llevé mi banjo a la misa y me senté detrás de la banda juvenil que había acompañado a nuestro baile hace dos noches. Tocar con ellos fue un punto culminante de nuestro viaje para mí. Me sentí lleno de esperanza y vivo con el espíritu mientras miraba alrededor del santuario y leía la oración de San Francisco de Asís: “Donde haya duda, que yo ponga fe.” La duda y el miedo que me había llevado conmigo en este viaje fueron desvaneciéndose rápidamente ante la tremenda fe.
Nicolás se sentó en las gradas en frente del púlpito para hacer frente a los jóvenes y su música. En silencio, dio entrada a la banda antes de cada himno. Junto con el charango de Nico, la banda tuvo dos guitarras, un cuatro (guitarra de cuatro cuerdas), un giro, otros instrumentos de percusión y las voces de los cantantes. De canción a canción, comenzaron con el cuatro y luego los cantantes, y después el charango – cada músico fue presentado a su vez aún mientras ellos mezclaban sus talentos en una sinfonía de sonido. Estos músicos jóvenes eran precisamente el modelo de solidaridad que Iglesias Hermanas busca, una comunidad de talentos con un propósito; el liderazgo que reconoce el conjunto, así como los individuos; y una alegría que se multiplica en el acto de alabar a Dios.
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