Por: Julieta Borja
Coordinadora Regional El Salvador
Me sentí muy feliz después de escuchar de la beatificación de Monseñor Romero. Para todos nosotros en El Salvador, y para muchas personas en todo el mundo, ha sido un mártir y un santo desde el día en que fue asesinado.
Tardó 35 años para que la Iglesia Católica lo reconociera como un Santo de la Iglesia. Pero el pueblo de Dios le habían reconocido como un hombre de Dios, como un pastor, como un profeta, como un Santo durante su paso por la vida terrena, mientras caminaba al lado de los pobres en El Salvador. Su pueblo lo declararon Mártir inmediatamnete después de su asesinato.
El pueblo de Dios (el pueblo de El Salvador) lo reconoció en la fracción del pan, en su caminar con los pobres, cuando habló por nosotros, y cuando denunciaba las injusticias de la época.
La santidad de Romero no fue revelada primero a la jerarquía de la iglesia, sino al pueblo de Dios. Cuán cierto fue, cuán cierto es aún que “estas cosas sólo se revelan a los pobres y humildes de Dios.”
Oscar Arnulfo Romero vino a cumplir la voluntad de Dios, a liberar a los cautivos, a dar alivio a los oprimidos, y anunciar que el reino de Dios está cerca. Con él, como con Jesúcristo, este pasaje de Isaías se convierte en una realidad:
Isaías 42: 1
“Aquí está mi siervo, a quien sostengo, mi elegido en quien me complazco;. Pondré mi Espíritu sobre él, y él traerá justicia a las naciones”
Isaías 49: 9
“[… Voy a hacer que hagas un pacto con el pueblo] decid a los presos: Salid, y los que están en tinieblas, ‘ser libre!” Se alimentarán al lado de los caminos, y hallará pastos en cada colina estéril “.
Sin duda, el espíritu de Dios fluyó sobre y dentro de Oscar Romero y lo acompañó durante los tres años de su ministerio. Él puede decir junto con Jesucristo:
Lucas: 4: 18
“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y dar vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos.”
Hoy celebramos su vida, pero más que eso celebramos la resurrección de la iglesia. Hoy celebramos el nacimiento de una oportunidad para la construcción de la verdadera justicia.
Celebramos y esperamos que los gritos de las muchas familias que reclaman justicia puedan ser escuchadas y que la beatificación de Oscar Arnulfo Romero Galdámez se convierta en la puerta para la construcción de la paz verdadera.
Quiero compartir un sueño e invitar a otros a soñar conmigo. Mi sueño es éste: “que la beatificación de Romero abra una puerta que nos lleve a alcanzar la verdadera justicia, porque sólo así podremos obtener la paz en esta pequeña pero gigante nación, El Salvador.”
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