Homilia por la delegación de Tierra Nueva II que visitó Sta. Juana de Arco en 2013
Padre Isidore Ndjibu
El destino definitivo del hombre es un problema agobiante para todos. Todos los hombres de todos los tiempos se han preguntado por el más allá. No se podía dejar de plantear esa cuestión al Señor. Por eso le preguntan si son muchos o pocos los que se salvan. El Señor responde que la Salvación está al alcance de todos. Lo que pasa es que no todos son dispuestos a recorrer el camino que lleva a ella.
El camino ofrecido por Jesús exige una aceptación personal. No es suficiente con: pertenecer a un pueblo determinado, una familia cristiana, practicar, por tradición, una religión. Es preciso aceptar personalmente el Evangelio de Jesús y mantenerse dispuestos a cumplirlo, a pesar de las caídas que se pueden tener o debilidades que no se logran superar.
También nos dice el Señor que no es un camino de rosas, sino un camino de trabajo, de esfuerzo, de coraje, recorrido (eso sí) con alegría, gozo y entusiasmo.
A veces vemos que se hace un gran esfuerzo para quitar fuerza e importancia a lo que dice Jesús. Se oye decir que Dios es bueno y no puede castigar. Que es padre y no puede condenar. Y es verdad. Se tiene razón. Dios es bueno y no castiga. Dios no condena. Somos nosotros quienes nos cerramos la puerta, equivocamos el camino, nos salimos de la ruta y nos provocamos el accidente.
Somos nosotros, por tanto, quienes nos salvamos o nos perdemos. Dios ofrece un camino y nosotros lo aceptamos o lo rechazamos y Dios respeta nuestra decisión. Pero el camino resulta exigente; no es de “saldo” ni de “rebajas”. Resulta duro en muchas ocasiones; como la carretera de subida a la montaña. Y es un camino que afecta a toda nuestra vida. No es solamente cuestión de si vamos a misa o recibimos un sacramento o si hacemos alguna obra buena en alguna ocasión. Se trata de orientar toda nuestra vida hacia Dios con toda el alma, mente y corazón. Y esto es costoso. Por eso el Señor insiste diciendo: esfuércense en entrar por la puerta estrecha.” ¡Cuantas cosas han de quedar afuera! Cuanto lastro que tirar. La puerta es estrecha. Sobra puerta para entrar en el Reino. Les queda estrecha para quienes quieren entrar con demasiado equipaje. Solamente se necesita llevar un corazón lleno de amor y para esto sobra puerta por muy estrecha que parezca.
Jesús habla de la puerta estrecha e incluso que puede cerrarse. Es una llamada a nuestra responsabilidad. La salvación es un don de Dios, pero Dios quiere nuestra respuesta porque respeta nuestra libertad. Por eso dice San Agustín “Dios que te creo sin ti, no te salvará sin ti.” Tengamos en cuenta que el decir que la puerta es estrecha no significa una amenaza sino una llamada a la responsabilidad y a la lucidez.
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Marleny Rivera
Para participar en la delegación esta semana, dejamos nuestras familias, nuestros trabajos, nuestros compromisos en la comunidad. Venimos porque lo vemos importante. Venimos a aprender, a compartir su cultura, y a fortalecer el hermanamiento. Ahora vemos que valió la pena.
Nos preguntaron cómo hablaríamos del hermanamiento. Para nosotros es entrega, compromiso y amor hacia todos para todos.
Nos ha cambiado la vida, tanto a Sta. Juana como a TN2. Han mencionado que fortalece su fe, que cuidan más el agua porque ven que hay escasez, que cuidan la dignidad de la otra persona – no somos como jefe y súbditos. Nos vemos como familia – el primer día preguntaron cómo están nuestras mamas, como está nuestra comunidad. Vimos todos sus esfuerzos para hacernos parte de su vida, familia, y comunidad. Entre las experiencias más impactantes, hicimos una chamarra para Bob, un miembro de Sta. Juana que está en hospicio, y le mandamos nuestras oraciones con la chamarra. Después reflexionamos sobre cómo queremos ser recordados cuando ya no estemos.
Para nosotros, el hermanamiento nos ha despertado la conciencia – aprendemos y buscamos soluciones juntos en solidaridad. Nos damos cuenta que hay estadounidenses que trabajan por la paz no solo la guerra, que abogan por una reforma migratoria que afectaría a nuestras familias y que podemos trabajar juntos para un mundo más humano. Cuando fuimos a repartir la comida con Panes y Pescados Móviles, nos dio mucha tristeza porque nos estamos muriendo de hambre algunos y otros gastando todo. ¿Porque no podemos encontrar este balance en nuestro mundo para que todos podamos vivir bien? La conciencia despierta nos anima seguir en la lucha por la paz con justicia.
Esta experiencia nos ha ayudado ver más allá de lo que imaginábamos. Todos necesitamos el uno al otro. Ver como ustedes ayudan a los demás nos abre puertas, que también lo podemos hacer. A veces uno piensa “no puedo, no hay salida,” pero siempre hay solución, solo hay que escuchar la palabra.
La lectura nos invita vivir ahora lo que queremos más adelante. Vivir la unidad del hermanamiento es lo más bonito que podemos vivir, este aprecio, este respeto mutuo, esta igualdad – esto es la construcción del Reino, esto es seguir a Jesús.
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